Gante, Bélgica, Código postal: 9052
Me mudé a Gante hace dos años desde Delhi por trabajo y, sinceramente, ha sido todo un viaje. Al llegar, estaba nerviosa y emocionada por empezar una nueva etapa en Europa. Viniendo del bullicio de Delhi, Gante fue como entrar en un mundo diferente: uno lleno de estrechas calles adoquinadas, tranquilos canales y hermosos edificios medievales que parecen susurrar secretos del pasado.
Al principio, adaptarme no fue fácil. Tuve que aprender un nuevo idioma y acostumbrarme a un ritmo de vida más tranquilo. Recuerdo haber asistido a mi primera clase de holandés y sentirme un poco abrumado por todas las palabras y expresiones nuevas. Pero seguí intentándolo y, poco a poco, empecé a comprender y apreciar las costumbres locales. Ahora, suelo dar largos paseos por los canales, y contemplar el reflejo de los edificios antiguos en el agua me da una sensación de paz que nunca supe que necesitaba.
Una de las mejores sorpresas ha sido la próspera comunidad india. En el corazón de Europa, encontré un rincón de hogar. La diáspora india en Gante es vibrante: la gente celebra Diwali, Holi y otros festivales con el mismo entusiasmo que en su país. He asistido a reuniones comunitarias donde compartimos comidas caseras tradicionales, y siempre se siente como un reencuentro cálido. Estos eventos me han ayudado a mantener una fuerte conexión con mis raíces, incluso mientras disfruto de la vida en Bélgica.
El trabajo ha sido una aventura en sí misma. Ahora formo parte de una escena tecnológica en expansión en Gante, donde colaboro con personas de todo el mundo. Cada día aprendo algo nuevo de mis compañeros, y la energía creativa aquí es contagiosa. A menudo bromeo diciendo que aporto un toque indio a nuestros proyectos, mientras que mis compañeros europeos aportan un toque innovador. Juntos, generamos ideas prácticas y emocionantes, y es increíble ver cómo nuestras diferentes trayectorias se unen para resolver problemas.
Fuera del trabajo, Gante se ha convertido rápidamente en mi santuario personal. Paso los fines de semana explorando la ciudad, paseando por sus numerosos museos y galerías de arte. Me encanta visitar el Museo de Bellas Artes y el Museo de la Ciudad de Gante. Hay algo mágico en estar en una sala llena de pinturas centenarias y reflexionar sobre las historias que se esconden tras ellas. Me recuerda la rica historia cultural con la que crecí en la India, pero aquí se presenta de una manera completamente nueva y refrescante.

Museo de la Ciudad de Gante
Aunque estoy lejos de casa, me esfuerzo por mantenerme conectado con mi herencia india. A menudo invito a cenar a mis amigos belgas y a mis compatriotas indios. Cocino las recetas de mi madre —platos con los que crecí— y comparto historias de cómo estas recetas han formado parte de mi familia durante generaciones. Estas tardes están llenas de risas, buena comida y conversaciones que mezclan hindi e inglés, con algunas frases en neerlandés. Es una deliciosa mezcla de culturas, y me recuerda que puedo disfrutar de lo mejor de ambos mundos.
Vivir en Gante me ha enseñado mucho sobre lo que significa llamar hogar a un lugar. He aprendido que el hogar no se trata solo del lugar donde naciste; se trata de donde sientes un sentido de pertenencia. Para mí, Gante es ahora ese lugar: una ciudad que me ha abierto los brazos y me ha mostrado una forma de vida diferente. Todavía echo de menos la energía de Delhi, pero he llegado a apreciar la calma y la belleza de mi nuevo entorno. El encanto histórico de la ciudad, combinado con su dinamismo moderno, ofrece una perspectiva única que encuentro inspiradora y arraigada.
También me entusiasma el futuro aquí. Planeo involucrarme más en la comunidad local, quizás incluso ser voluntario en eventos culturales o unirme a un club de arte local. Profesionalmente, veo muchas oportunidades para crecer y aprender en este entorno dinámico. Cada día me trae un nuevo descubrimiento, ya sea un café escondido en un callejón o una conversación con un lugareño que cambia mi forma de ver el mundo.
En muchos sentidos, mi viaje de Delhi a Gante ha sido una historia de adaptación y descubrimiento. He aprendido que aceptar el cambio no significa olvidar de dónde vienes. Se trata, más bien, de fusionar tu pasado con tu presente para crear una vida más plena y significativa. Llevo mi herencia india conmigo en todo lo que hago, y sigue moldeando mi identidad, incluso al integrarme al tejido social europeo.
Viviendo aquí en Gante, me he dado cuenta de que la vida está llena de giros inesperados y hermosas sorpresas. Ya sea la impresionante arquitectura, la tranquilidad de los canales o la calidez de la comunidad local, cada día se siente como una nueva aventura. Y mientras sigo navegando por esta emocionante etapa de mi vida, sigo agradecida por la oportunidad de experimentar una mezcla tan maravillosa de culturas, historia y modernidad, todo ello manteniéndome fiel a mis raíces.
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